Revalorar el rol del padre, aconseja especialista del Policlínico Pablo Bermúdez de EsSalud

El rol del padre de familia debe de revalorarse en nuestra sociedad, dándole el lugar importante que ocupa en la vida del niño desde que nace. Porque más allá de ser un simple facilitador o mediador en la relación madre-hijo, el padre debe recuperar la influencia que tiene en el desarrollo de la personalidad del niño o niña, sostuvo la licenciada Beatriz Vega Muñoz, psicóloga del Policlínico Pablo Bermúdez de EsSalud.

 

“De igual forma el padre debe trabajar por ser objeto de amor, admiración, modelo y guía de identificación y formación. Actitudes que deben estar presentes desde el nacimiento del niño, prolongarse en el crecimiento y que se gestan desde el embarazo”, remarcó.

 

A lo largo del desarrollo del niño, el padre cumple con la función de conducirlo hacia el mundo de las nuevas personas y objetos, apartando a la madre y al niño de la natural relación que guardan. De igual forma, su cercanía permitirá una adecuada identificación psicosexual del niño, contribuyendo a su identidad de género. El padre es, así mismo, el regulador neutral de las emociones del niño, de esa manera ayuda a controlar o canalizar los impulsos agresivos propios de la temprana edad, de manera que los pueda expresar sin hacer ni hacerse daño, subrayó.

 

Añadió que el vínculo temprano y cercano entre padre e hijo, cumple un rol esencial en la maduración y autonomía de las funciones de autoestima, socialización, aprendizaje y la capacidad constructiva de amar.

 

“Un padre que se involucra realmente con su hijo, permitirá que este se sienta seguro emocionalmente. Lo que incidirá directamente en su bienestar personal y en el desarrollo de sus habilidades lingüísticas y cognitivas. Así como en su bienestar psicológico, mejor desenvolvimiento en sus relaciones sociales y buen desempeño educativo”, puntualizó.

 

Pero involucrarse significa comprometerse con la pareja en la educación del niño o niña, comunicarse y compartir experiencias mutuas. Crear y conservar “rituales” saludables como viajar, pasear, alentar aficiones. También asumir responsabilidades domésticas en común (como visitar al médico o acudir a las reuniones escolares) y tratar de armonizar trabajo y hogar para dedicarla al hijo y a la familia. “Lo más importante, es hacerle saber con gestos y palabras, que lo respeta, lo apoya y lo ama”, expresó.

 

Estos y otros aspectos positivos que el padre aporta, actúan como modelos para el niño o niña y contribuyen a potenciar su desarrollo psicológico, ello garantizará un mejor desarrollo intelectual y socio-emocional además de facilitar una buena relación en el tránsito de la niñez y la adolescencia hacia la adultez.

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